23 de septiembre de 2011

Error ¿informático?

(por Francisco Fernández)

Frecuentemente aparece en los medios la noticia del colapso de un servicio público: ventas de billetes, citas médicas, … incluso trámites judiciales. Ante estos hechos a menudo sonrojantes el responsable al que le ha tocado poner la cara, pensando que va a encontrar así la simpatía del público, echa balones fuera hacia el terreno de la técnica y achaca el problema a un “error informático”.

Error sí, desde luego. ¿Informático? Depende. El que un administrativo al que nadie le ha enseñado a usar el programa se equivoque y rellene la fecha de la liberación de un recluso con el día y el mes correspondiente pero del año anterior no es culpa del ordenador ni de los encargados de programarlo. ¿No será más bien de quien decidió escatimar en la formación de los empleados o en el plazo dedicado a comprobar el funcionamiento del sistema? ¿O de quien instaló el software en un ordenador anticuado o no quiso ampliar el contrato de comunicaciones haciendo que el personal se apañe con una línea con menor capacidad que un ADSL casero?

La crisis económica no es excusa. En época de vacas gordas muchos altos cargos tenían la cabeza centrada en cambiar de coche de empresa u oficial o en lanzar costosas campañas publicitarias. En vez de impulsar un sistema informático capaz de satisfacer las necesidades de la empresa o la administración, a lo más que se llegaba era a ponerle una pantalla plana a la recepcionista o una impresora en color que reemplazara la de tinta negra.

Nadie nace sabiendo pero del que poco menos que presume de su ignorancia poco se puede esperar. A muchas personalidades se les llena la boca con palabros que han leído como “redes sociales”, “sociedad conectada” o “sociedad del conocimiento” aunque luego reconozcan que no podrían leer el correo electrónico si no se lo imprimiera la secretaria, pensando que está mejor vista la ignorancia con estos temas que no saber leer un albarán o un decreto.

¿Y cómo se toman las decisiones en este campo? Pues, al igual que al aparcar, “de oídas”. O contratando a una cara empresa de consultoría o recorriendo a un “apañao” que no tiene estudios informáticos en absoluto, pero sabe bajarse cosas de internet, lo que le convierte en una autoridad a ojos de su superior. Si es preocupante que haya empresas en que la informática se lleva de una forma que no se le consentiría a la gestión económica (a fin de cuentas, el empresario es libre de hacer con su dinero lo que buenamente pueda y sepa), cuando esto afecta a la ciudadanía la situación ya exige tomar medidas.

Empresarios del sector, interesados en hacer negocio fácil y rápido o en recibir una subvención, o compañías de telecomunicaciones se ofrecen al político en representación de todo el sector tecnológico para iluminarle con sus informados y desinteresados consejos. Puede que de la mano de, por ejemplo, un ingeniero de telecomunicaciones que ha llegado alto en el ministerio, al alto cargo le presenten a un jefecillo de la operadora que le vende la moto de que tal o cual proyecto relacionado con su negocio es imprescindible si no quiere “perder el tren de la sociedad de la información” Y así, se gasta una cantidad más que respetable en que la página web del ministerio pueda verse en un exótico dispositivo móvil mientras que datos sensibles de ciudadanos se almacenan en simples hojas de cálculo sobre las que no hay ningún control de acceso, lo que es como cambiarle los pomos de las puertas a un edificio con las vigas carcomidas o ponerle tapicería de cuero a un seiscientos.

¿Veremos con el tiempo mejorar la situación? ¿Serán las nuevas generaciones conscientes de la necesidad de una infraestructura tecnológica adecuada? Esperemos que esos “nativos digitales”, muchos de los cuales aprenden en la secundaria Informática de licenciados en Música o Bellas Artes caigan en la cuenta de que hay muchos sistemas cruciales poco menos que pillados con alfileres.

La muy ibérica tendencia a la chapuza ha permanecido en el tiempo y ha contaminado también una disciplina relativamente joven como la informática. Teniendo en cuenta lo que depende de ella hoy en día (hospitales, transportes, juzgados, comunicaciones, ...) ya va siendo hora de que en nuestra sociedad abordemos estos temas con el mismo rigor con el que se afronta la construcción de una autovía, por ejemplo. Desterrar el intrusismo y la chapuza de este sector nos evitará innumerables problemas en el camino hacia un futuro que, lo queramos o no, ya está aquí.

2 comentarios:

  1. No puedo estar más de acuerdo. Salvo con lo del seiscientos: Una buena tapicería, si el resto está cuidado, lo puede convertir en un objeto de colección... aunque se entiende bien la metáfora.

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  2. A mí realmente me toca las narices (por no decir otra cosa), el intrusismo que existe en nuestra profesión. Hay en Universidades "informáticos" que han llegado ahí partiendo de ser CONSERJES... y podemos permitir esto?, parece q no le importa a nadie, no hay una ley (parecida a la de los medicos, cirujanos, enfermeros, etc.) en la cual se dicte expresamente que si no dispones de una titulación oficial (ya sea FP o universitario), estas cometiendo un delito!!. Y me va importando bien poco la experiencia de 10 años que tenga una persona en una cosa, si es capaz de trabajar en la informática, es capaz de sacarse un título que entre comillas certifique esa experiencia. Nada más que objetar en este sentido, genial articulo.

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